«Dame un beso para construir un sueño» (Louis Armstrong)
Creo cierto y común, más aun a falta de madurez, que la necesidad de amar y ser amados, ese intrínseco deseo o impulso humano de conquistar amor y belleza, lleva al error inconsciente, aunque no exento de egoísmo, de concebir una idea de la persona amada que no siempre es fiel a la realidad; de hacer a esa persona rostro de un sueño; de presuponer ideal o merecida la reciprocidad de sentimientos.
EL BESO
No fue la única vez que rocé sus irrenunciables labios. Un año atrás, un fotomatón de una lejana ciudad había dejado prueba de mi primer encuentro con el tierno lobulado de su boca; pero, a la mañana de aquel sueño, bastaron un par de miradas rehuidas para temer que la chica que horas antes me había hecho desear que el tiempo parase, no era la chica que, por fin, creía haber conquistado… La emoción, la magia, y ella misma, fueron quedando tan atrás como lo hacía, tras la luna del autobús, la imagen de aquel caserío, de aquellas calles milenarias.
Nadie, como ella, hacía más tentadores sus gestos cuando «el aire» acariciaba en cálida brisa; nadie, como ella, revelaba más nítido el rechazo cuando "el gris" dominaba un día de esos que no conseguirás nunca arrancar de tus recuerdos.
Y mi vieja amiga, que siempre brota de entre brazas y cenizas, volvió una vez más: la soledad siempre fue compañía recurrente y no mal recibida en mi camino.
Miraba la fotografía, y era real; tampoco yo alcanzaba a ver más allá. Y no pude olvidar… Y no quise aceptar, corazón no curtido, que para el sueño de besarla otra vez no cabía un despertar distinto.
Meses más tarde, el frío daba paso a la Luz, y ésta al fragor natural. Como suele ocurrir a temprana edad, abracé emocionado el tiempo nuevo y salí al encuentro de cada instante. Y… justo cuando la vida, más generosa que nunca, comenzaba a servirme el olvido; allí, entre las siluetas de una noche de junio, encontré sus ojos clavados en los míos. Su mirada brillante, rajada, y aquella sutil mueca de sus labios y mejillas... Ella otra vez... No hicieron falta palabras. La noche voló, y ya con la luna en retirada… el beso, su último beso.
Ummmm!!!!me suena
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